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[Buscar la luz]

Buscar la luz
no es más que desearte,
no es más que traspasar tu carne densa,
avivar el deseo de lo no percibido,
las acequias de fuego donde sucumben siempre
las últimas palabras.

Buscar la luz
es verte diluida
en trance del amor,
ajena a estatua o diosa,
es seguirte las huellas herbáceas y maduras
de una tierra agostada que palpita y que besa,
de una tierra agostada preñada en sus raíces
con feraz alimento para bocas que buscan.

Buscar la luz
es darme por entero a la vida.
No existe otra manera de acercarme a tu espejo,
morada inexpugnable de los dioses
que temen
que en mi encuentro contigo sus oros palidezcan.
Es darme por entero
o perder la partida,
darme a beber en sangre o vino
a quien me anuncia.

Buscar la luz
es siempre
avivar el deseo,
horadar en la carne como fúlgida espada,
taladrar piedras, rocas,
agrietar los cristales,
demolerse en espumas,
babelizarse en éter.
Es hundirse en el cosmos febrectante del sueño
donde afirma tu vientre el agua rescatada,
donde afirma la boca la verdad que no existe
más que en la carne muerta o en un acto de vida.

Buscar la luz
es darme por entero a la vida
sin lógica o razones,
en dura fe desearte,
desnudarme del cuerpo para arder en el tuyo,
cegarme,
redimirme,
ser el mundo en tus ojos.

Buscar la luz,
¡la luz…!
en este éxtasis
una oración desciende desde Dios a los hombres.