Blog

Éfeso

Ya vuelve el mar undoso.
Ya vuelve trashumante.
Ya abatido o batiente.
Ya vuelve y me derriba.

Corzo indócil
que lame mi cuerpo por la arena,
que tronza remontando mi carne en soledades,
que abre surcos de sangre, de amor sobre la herida.

Vuelve el mar devorando con ansias milenarias
humedades
y
besos
panes
peces
y
pájaros.

Sólo el mar sabe el nombre,
el nombre de los tactos letales que nos rozan,
el nombre de los fuegos o tueros abrasados.

Ya vuelve el mar ungido
por íncubos y ángeles
a mi cuerpo de bronces
de púrpuras penínsulas
con voces abarradas,
con tempestad de hembra,
en vivo ardor los labios,
con idiomas agrestes.

No ha de existir un palmo de tierra que no arda
ni un agua de azahares que no florezca en oros
ni una lengua que calle
ni nieve sobre nieve.

Sólo el mar sabe el nombre preciso de las cosas.

Conoce los arcanos en que vibra la noche,
la cábala del miedo,
el tósigo abrasivo de un beso de mandrágora.

Ya vuelve el mar
punido
pungente
trasminado
con debeladas lobas y náyades de olíbano,
en fulgor de relámpago,
en cúspides de humo.

Vuelve el mar a mi cuerpo,
a un cuerpo de ansiedades,
a mis venas en ascuas, sollamadas orillas,
a este mundo sin ecos ávidamente niño,
a otro mundo sin voces felinamente humano.
Sólo el mar saber el nombre
el nombre que me callo
el nombre de las cosas sencillas
que no vuelven.