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Reencuentro en el sur

Siempre espero la garra abierta por la herida,
el deseo inflamado donde acudir al beso,
la sonrisa caliente del labio de los hijos,
las rojas amapolas desde mayo a mi sangre.

Vuelvo y vuelvo al recuerdo de las tardes gastadas,
a las rejas y arados de los fríos inviernos.
Vuelvo al roto eucalipto que guardó mi memoria,
a ese vino embriagante del amor que no espera.

Siempre espero y espero a estar desesperado
y vuelvo a estos caminos que entramaron mi nombre,
que nunca he conocido tan bien como quisiera,
que se volvieron viejos y sordos a mi olvido.

Miro al andar al hombre con los ojos cansados,
con esta misma imagen y a semejanza mía.
Al hombre que en silencio me mira y no conozco,
que se quedó esperando mi mano en el espejo.