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Tempus fugit

Todo arde en el fuego:
mis huellas en la arena,
los cálices de oro y plomo derramados.
No hay espuela sin hombre.
En el lago del fuego vibra como una espada
un deseo acezante de carne y de madera.

Todo arde en el fuego
esa voz rescatada que de las simas fluye,
lengua agraz devorada, quizá devoradora.
No hay temor que no espante.
No hay amor que no duela.

Todo arde en el fuego:
la diáspora de sangre,
el maná del amor pisoteado,
el eco que pronuncia mi nombre en los calveros.

Todo arde en el fuego.
Mordida va la sangre de los héroes.
Mordido un corazón letal estalla.

Todo fluye en ardiscas de símbolos amados.
No seremos mañana más que olvido.